miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA ALEGRÍA DE DON BOSCO

Estar alegres y felices para muchas personas significa el obtener un bien material o llegar a una meta predeterminada.
Sin embargo debemos darle al valor de la alegría la dimensión adecuada a fin de no llegar a un momento de nostalgia o decepción.
La alegría consiste en ver la realidad con una actitud de gozo, a pesar de los compromisos y responsabilidades, asumiendo también nuestros pesares.
La alegría no hay que referirla a un instante momentáneo, sino a la sonrisa del alma.
Más que una ilusión temporal, la alegría se va construyendo día a día en el corazón.  "Estad siempre alegres" -decía Don Bosco.
Al hablar de este valor, vemos como muchas personas creen que evitando los problemas, dándole vuelta a los compromisos de todo tipo y tomando con poca seriedad sus obligaciones; podrán vivir más tranquilos y alegres Tienen una alegría ficticia o viven inmersos en la comodidad y en la búsqueda del placer, lo cual dura muy poco.
Amar y ayudar a los demás son las fuentes más profundas y más grandes de la alegría.
En la pedagogía de Don Bosco la alegría atrae y divierte.  Hace sentir que son valiosas los personas; que son capaces de muchas cosas y sobre todo que Dios es amor.
Los tres valores de su iniciativa: alegría, trabajo y piedad, eran la base para lograr su crecimiento humano y cristiano en los niños y los jóvenes.  Hoy se menciona a cada instante los derechos y los padres que no quieren acceder a ellos, prefieren comprarles lo que les van presentando la mercadotecnia, aparatos de música, ropa de marca, máquinas, etc.
Don Bosco nos da tres elementos necesarios para que el niño y el joven se supere: La razón, el amor y la religión; son armas que no han perdido su valor.  Un amor que conduce, que aconseja, que anima, que exije y que educa en una sana alegría.
Finalmente recordamos como Don Bosco al ver a los muchachos durante un recreo y jugando,
que el demonio no tiene nada que hacer.

Aportación Familia Rangel Álvarez.

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